Aunque pueda parecer una pregunta extraña – y de hecho lo es – lo cierto es que la conexión entre estos dos conceptos tiene mucho de interesante y, sobre todo, de importante para el progreso tecnológico. Entonces, ¿qué tienen que ver las ranas y las pilas?
Todos sabemos quién fue Alessandro Volta, el inventor de la pila. Como mínimo nos debería sonar el nombre, ya que este físico italiano del siglo XVIII fue el inventor de lo que hoy conocemos como ‘pila eléctrica’. En 1800, después de años de experimentos y estudio, Alessandro Volta por fin diseñaba lo que fue la primera fuente de corriente eléctrica del mundo.
Cuando pensamos en las pilas, solo nos vienen a la cabeza las más que usadas pilas AAAA que todos tenemos en nuestra casa para elementos como el mando de la televisión o el termostato. Sin embargo, la pila fue un descubrimiento clave para el desarrollo tecnológico y científico de los siglos XIX y XX, desarrollo que jamás se habría dado sin ésta.
Pero ¿y qué tienen que ver las ranas con todo esto?
Pues aquí es donde entra otro científico italiano del siglo XVIII, Luigi Galvani. Galvani llevaba años experimentando con metales y animales, hasta que en 1791 llegó a la conclusión de que los órganos internos de las ranas producían un tipo de ‘fluido eléctrico’, teoría que se conoce como la de la ‘electricidad animal’. Galvani llegó a esta conclusión tras acercar un bisturí a las patas de una rana sin vida, lo que parece ser provocó la contracción de dichas patas; Galvani achacó esta contracción muscular al supuesto fluido eléctrico antes mencionado.
Aunque evidentemente hoy en día sabemos que esto no fue así, los experimentos de Galvani despertaron la curiosidad de Volta, que a su vez comenzó su propia investigación. Después de replicar el experimento de Galvani y comprobar que los órganos de las ranas permanecían pasivos, el físico concluyó que no había ningún fluido eléctrico dentro de ellos. Tras algo más de estudio, Volta pudo descubrir que la rana era solo un conductor de la corriente, y por tanto no era necesaria para generar la electricidad que todos buscaban. Los científicos se asombraban de los avances de Volta, mientras las ranas respiraban algo más tranquilas.
En 1801 y en presencia de diferentes curiosos de la época – incluido Napoleón Bonaparte – Volta por fin presenta al público su descubrimiento, la pila eléctrica, en ese momento compuesta de cobre y zinc. El científico ganó entonces fama internacional, y fue incluso condecorado y nombrado conde de Lombardía gracias a la profunda admiración del entonces ya emperador Bonaparte.
También ganó reconocimiento en otras partes de Europa y del mundo, y fue gracias a este científico que hoy podemos llamar voltios – derivado de su apellido, Volta – a la unidad de medida del potencial eléctrico o fuerza electromotriz. Sin duda, el físico italiano está en el podio en cuanto a contribuciones científicas se refiere; no olvidemos, sin embargo, a las ranas, esas ayudantes inesperadas y que han caído en el olvido en cuanto a su ayuda indiscutible en lo que resultó siendo la invención de la pila.