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Pisando Cables

Jay-Z y su app «espía» para «Magna Carta Holy Grail»

En cuestión de días, lo que se perfilaba como un negocio redondo para la estrella de la música y poderoso hombre de negocios, se ha convertido en fuente de críticas de la comunidad hip hop y de alguno de sus fans. Jay-Z lanzaba la semana pasada su nuevo disco, “Magna Carta Holy Grail”, en forma de app en colaboración con Samsung. Una exclusiva para sus fans con teléfono con Android que le garantizaba la venta de un millón de copias del álbum, pagadas por la empresa tecnológica a la estimable cifra de 5 dólares cada una.

 

La jugada era maestra: dinero garantizado, promoción para el disco, que salía oficialmente unos días después, y primer paso a lo grande de Jay-Z en el mundo de las apps. La acción incluso ha originado un debate en la industria discográfica de Estados Unidos sobre los criterios que se utilizan para elaborar las listas de ventas, porque no ha aparecido reflejada en el Billboard. Sin embargo, la cosa se ha empañado porque la app es prácticamente un programa espía, como detallan en este artículo del New York Times.

 

El primero en denunciar su intrusismo ha sido el rapero Killer Mike, que se preguntaba para qué quiere saber Jay Z a quién llama o modificar los archivos que guarda en su teléfono. Luego, algunos usuarios anónimos parece que han terminado hastiados de tener que publicar continuamente cosas sobre ella en las redes sociales para ir desbloqueando contenido. Por todo ello, es probable que no haya sido casual que un grupo de hackers haya “clonado” la app y la esté utilizando para criticar la política de espionaje de la administración Obama. Esta versión alternativa, que se ha distribuido por canales no oficiales, apareció el 4 de julio con una imagen del presidente con unos auriculares puestos y el lema “Yes We Scan”.

 

Probablemente, la app de “Magna Carta Holy Grail” no es la única que se aprovecha de la relajación e inocencia de los usuarios de smartphone para colarse en nuestro dispositivo y “espiarnos”. Pero la sensibilidad está a flor de piel por el caso Snowden.

 

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